
El anuncio de la Presidenta de la salida definitiva del corralito con el último pago pendiente de los tristemente célebres Boden 2012 nos deja tantas satisfacciones como recuerdos, que a su vez nos llevan a aprender una lección que en el tiempo en que llega es inmejorablemente clara.
Porque no solamente Argentina está demostrando que puede y pudo honrar sus compromisos más pesados, sino que lo hace en un contexto en que el mundo pide a gritos un cambio de modelo que evidentemente sus líderes no están dispuestos ni siquiera a considerar. Ante tan complejo panorama, Argentina, vapuleada desde dentro y desde fuera durante décadas le dice hoy a ese mundo enfermo y sin recetas, que es posible hacer las cosas de otro modo: “mientras el viejo mundo pide rescate nosotros pagamos deudas”.
Con esfuerzo, firmeza y sobre todo visión de futuro frente a un horizonte nuevo e intrigante, el país logró revertir lo que
ningún pronóstico dejó de predecir en los últimos años. Todos, casi todos, anticipaban el mal desenlace de las cuentas del país cuando Néstor Kirchner daba el primer paso hacia la soberanía económica, que es además la base de la soberanía íntegra, el pago al Banco Mundial y al Fondo Monetario Internacional. Hoy Cristina Fernández de Kirchner completa ese proceso y termina con el denominado “corralito” del que hasta se burlaban desde las primeras planas de los diarios del llamado “primer mundo”.
Hoy, que las primeras potencias mundiales ven complicado su presente, y que muchos otros países de larga fortaleza económica salen a salvar a sus bancos en detrimento de sus pueblos, hoy que el corralito y el megacanje asoman en la realidad de los dueños de la historia oficial del mundo, hoy Argentina, en el contexto de una América Latina pujante y libre trabajando por la igualdad, muestra que pudo, mediante el esfuerzo y la recuperación de la autonomía, retomar su camino e incluso mejorarlo, con niveles récord de creación de empleo, consumo y sobre todo recuperación de la calidad de vida de su pueblo.
En números basta decir que la deuda que se paga con los Boden por 2.200 millones de dólares deja al país con un nivel de endeudamiento en moneda extranjera en relación al PBI de sólo el 8,4 %. En 2002 debíamos en dólares el 92 % de nuestro PBI.
También hay que mencionar que el 78 % de los tenedores de los Boden están afuera del país y recibirán desde este rincón del planeta la honra de sus acreencias como corresponde a un país serio que cumple con sus compromisos.
Y contra todos los pronósticos, todo se ha logrado sin dejar de crecer, pese a quienes vaticinaban que Argentina debía dolarizar su economía y en 2001 ocultaban sistemáticamente el mal estado de nuestro sistema financiero, abusado por la especulación hasta el colapso, pese a todo lo que se dijo incluso después, un indicador es más concreto que cualquiera en un terreno en el que los economistas no pueden mirar para otro lado, la Bolsa de Valores: “el Indice Merval creció 254 %”.
Todo ello sin dejar de citar las cuentas rendidas por la Presidenta en las últimas horas. El superávit comercial en lo que va del año acumula 8 mil millones de dólares.
Y como si lo dicho no alcanzara, en el mismo momento en que anuncia la honra de sus deudas, Argentina, como marcan las normas, cumple con el compromiso del ajuste automático de jubilaciones y le incorpora a millones de argentinos un 11,42 por ciento de aumento, totalizando una mejora acumulada del 31 por ciento en el año.
De cumplir se trata, y así se viene haciendo, pese a que quisieron hacernos creer que crecíamos porque éramos parásitos de la soja, o porque el viento de cola nos empujaba. Hoy gran parte del mundo tiene viento en proa, tiene muy difícil ruta por recorrer y Argentina, a la par de Latinoamérica, China y otros países de gran poderío industrial, paga sus deudas mientras crece y mantiene a su pueblo en franca mejora de su calidad de vida.
Stella Maris Leverberg
Diputada de la Nación